viernes, 30 de julio de 2010

¡Gracias, Capitán!





Raúl González deja el Real Madrid para hacer frente a una nueva etapa en su carrera deportiva. Atrás quedan quince años vistiendo la camiseta del Real Madrid. Quince años de goles, éxitos y títulos que han convertido al '7' en una figura fundamental en la historia del Real Madrid. Un hombre que se ha ganado a pulso su condición de leyenda viva y que contará en esta nueva aventura con todo el madridismo, que siempre lo llevará en el corazón.


Quiero rendir un gran homenaje a uno de mis ídolos futbolísticos de niño y de joven más importantes, a mi jugador de fútbol predilecto: Raúl González Blanco.


Dia 26 de julio de 2010, el día de Raúl, el día del futbolista más grande del madridismo y de España, por qué no decirlo (aunque algunos con poca memoria histórica quieran negarse a ver la realidad), que por historia y palmarés se ha ganado a pulso. Se va el 7 del Madrid y de España. Raúl dice adiós a 18 temporadas con el Madrid, a 18 años incansables de fútbol, éxitos, títulos, goles, récords, gestos, obras, etc, etc. Se va con todo un ejemplo de profesionalismo. Como dicen por ahí, se va el "futbolista sobresaliente más notable" o como dijo Fernando Hierro hace unas cuantas temporadas, "el Ferrari del Real Madrid". Raúl se ha ganado el corazón de todos los seguidores tanto de España como del mundo, a base de trabajo, humildad y ambición. En Zaragoza o en Alicante, desde París hasta China, Raúl ha llevado por bandera todos los valores del madridismo.




Desde que Jorge Valdano decidiera un 29 de octubre de 1994 sacar del anonimato a Raúl, el capitán blanco no ha cesado en su empeño de hacer historia año tras año. Un dato curioso es el hecho de que Raúl jugó su primer y último partido con el Madrid en el mismo escenario, en la Romareda y ante el Zaragoza, un último encuentro en donde metió un gol pese a acabar lesionado. Y es que así es Raúl, todo pundonor. Pesan más los buenos momentos y los buenos recuerdos que todos aquellos puntos negros y espinitas como el Balón de Oro que debió haber ganado en 2001 y la Copa del Mundo y la Eurocopa que se le escaparon en este tramo final de su carrera futbolística. A pesar de ello, uno ve todo su historial y le entra el vértigo. Un palmarés, a mi juicio, casi inigualable y que se le reconocerá mucho más a medida que pase el tiempo. No hay ningún jugador como él que haya sido capaz de lograr lo que él ha logrado, tanto fuera como dentro del campo. Y es que ahí radica la grandeza y la leyenda de un mito como Raúl, que ha sido un futbolista y una persona ejemplar para muchas generaciones, un perfecto escaparate en el que mirarse y sin el cual hoy no tendríamos a ganadores tan importantes como Iniesta, Cesc o Villa, entre otros.


El futbolista madrileño se despidió con un acto multitudinario y una emotiva rueda de prensa en el Santiago Bernabéu. Raúl ha dicho adiós a la que ha sido su casa durante todos estos años, adiós a todos esos seguidores que nunca han cesado de vitorearle. Aunque como bien ha recalcado el presidente del Madrid, Florentino Pérez, la marcha de Raúl no es un adiós sino un "hasta luego". Raúl se va porque según él, "ha llegado el momento". El 7 madridista se marcha dejando un sin fin de buenas palabras como estas "ser jugador del Madrid es el mayor sueño que puedo imaginar", y lo hará sin un partido homenaje, ya que todavía quiere seguir en esto del fútbol.


Por otra parte, Raúl, santo y seña del madridismo, seguirá ligado al Madrid por muchos años más. Se habla y se comenta que a corto-medio plazo podría convertirse en el entrenador del conjunto blanco y seguir los pasos de uno de sus mejores amigos y rivales futbolísticos, Josep Guardiola, que bien ha sabido llevar al mejor Barcelona de todos los tiempos a la consecución de tantos títulos y quien también le dedicara hace poco unas bonitas palabras: "cuando Raúl se vaya, marcará un antes y un después". Sea como sea, Raúl todavía tiene cuerda y fútbol para varios años más. Esperemos que en la liga alemana siga engordando, más si cabe, todos sus éxitos y logros personales.


Hasta siempre Capitán, buena suerte y muchas gracias por todos estos grandes momentos:


martes, 13 de julio de 2010

1 - 0: Esto no es un sueño, es una realidad. Somos Campeones del Mundo!!!









En el primer intento de empezar esta crónica me quedé colgado al observar a la Selección subiendo las escaleras que la conducían al palco y de allí al cielo. Me detuve en la contemplación de ese momento dispuesto a grabar cada detalle en mi memoria como se guardan los alimentos en la despensa, para cuando haya hambre. La imagen es inolvidable. El equipo está reunido en torno a su capitán y Blatter improvisa el protocolo para alcanzar a Casillas, que ya se ha encaramado en una cornisa. Y después la foto eterna: la Copa del Mundo arriba, en dirección a las estrellas de África.


En el siguiente intento por arrancar con el relato me encuentro con Casillas y Sara Carbonero. Ella le pregunta por la emoción del momento y al advertir sus lágrimas le propone hablar del partido. Iker, entonces, la besa. Es un beso largo, pirata, de campeón del mundo. Mi reacción es tan inconsciente como las anteriores y las que seguirán a partir de ahora: me pongo a aplaudir.


Consciente de que no estaré a la altura de las circunstancias (necesitaría un cohete) decido disfrutar del instante. Y para contar la alegría me zambullo en ella. La primera sorpresa es que junto a la emoción lacrimosa percibo una felicidad reposada, adulta, como de misión cumplida. Es la prueba de que varias generaciones sentían el Mundial como una asignatura pendiente, como un trabajo por cumplir. Hecho está.


Guindas. Ni la inmediatez ni la plenitud impiden el análisis, sólo lo dificultan. La primera sensación es que hemos asistido a un final feliz que se entrecruza con otros finales felices. Muchas guindas para muchas buenas historias. La de Iniesta, por ejemplo. El jugador más especial de su generación, el más genial e introvertido, marcó el gol que le reserva una página en la historia. Que le retraten ruborizado porque sospecho que así estará el resto de su existencia.


Su protagonismo no tuvo nada de casual. A partir de un determinado minuto que señala la frontera de lo emocionante con lo agónico, Iniesta reclamó su papel de rescatador. Desde ese momento el muchacho que se quita importancia pidió todos los balones que quemaban y decidió atacar con ellos a la defensa holandesa. Y si digo que en ese intento se jugó cuerpo y alma es porque sus tobillos peligraron no pocas veces.


El resumen es que en la fractura que provocó la prórroga las ocasiones de España pasaban por los pies de Iniesta, fielmente secundado por Cesc, recién entrado, y eternamente asistido por Xavi. Si futbolistas como ellos se empeñan en ganar un partido es prácticamente imposible perderlo.


Quede para la posteridad que en ese gol histórico también intervino Fernando Torres, el héroe de Viena. Fue él quien inició la jugada con un pase al área y aunque resultó su única aportación memorable, resultó decisiva y estoy por asegurar que le redime de un torneo gris y de una lesión que le rondó siempre y terminó por abatirle. El resto lo hemos visto cientos de veces y lo veremos miles, millones. Cesc se revolvió en la frontal y asistió a Iniesta, que controló con un pellizco y disparó de media volea. La conexión se interrumpe después con un estruendo de gritos y abrazos.


Pero al margen de las historias particulares hay una historia general que obtuvo ayer su culminación. Es la historia del juego de España, premiado con el título Europeo y ahora con el Mundial. Nos encontramos ante la confirmación de un estilo que engrandece este deporte permanentemente amenazado por especuladores y cerrajeros. España ha demostrado que jugar bien es el camino más corto para ganar. Nuestra Selección ha reivindicado un valor estético que parecía cosa antigua e ineficaz.


Esa lección se llevará Holanda de primera mano. Su traición a los antepasados fue clamorosa y merecía un castigo ejemplar, aunque llegara tan tarde. Incapaz de plantar cara con el fútbol abierto, Holanda se empeñó en una tarea de acoso y derribo impropia de una camiseta como la suya. Sólo la permisividad del árbitro hizo posible que terminara el tiempo reglamentario con los once jugadores sobre el campo. La expulsión de Heitinga, ya en la prórroga, fue la consecuencia natural de un planteamiento que tuvo como prioridad maniatar a España antes que fomentar las fortalezas del juego holandés.


En el museo de los horrores habrá que guardar la patada de De Jong a Xabi Alonso, que, con los tacos de su rival grabados en el pecho, ya no tendrá que tatuarse otra cosa para recordar la gran final. Van Bommel, como suele, fue más sutil en las agresiones, pero las señales de sus patadas dibujarán, a buen seguro, un bonito mapa de Sudáfrica.


Del Bosque. A Vicente Del Bosque también le corresponde una de esas historias felices. Su papel de secundario, promovido por él mismo, resulta insostenible después de un torneo que le ha elevado a la categoría de padre espiritual, pues aunque no fue él quien inventó este juego, ha sido él quien lo ha desarrollado y enriquecido con aportaciones personales que no siempre han sido bien entendidas.


Ayer volvió a apostar por Pedro, el hombre que desquició a Alemania, y cuando se agotó ese efecto, Del Bosque tuvo el valor de recuperar a Navas, inédito desde los primeros partidos. Su misión era percutir por la banda de Gio, que con una tarjeta y 34 años parecía en situación de debilidad ante la velocidad del sevillista. Al final, ambos cumplieron su parte. Navas metió buenos balones desde la derecha y Gio, en su último partido con la selección orange, salvó el tipo hasta que tuvo que ser sustituido completamente exhausto.


Sólo la aplicación defensiva de Holanda, acompañada de una dureza excesiva, como queda dicho, fue la que nos atrapó en bastantes fases del partido. Sufrimos al encontrar taponados a Xabi y Busquets. También nos sofocamos bastante cuando los holandeses se volcaron en contragolpes dirigidos por Schneijder y terminados en Robben. En uno de ellos, el extremo se plantó solo frente a Casillas y sólo la habilidad del portero, que se lanzó a los pies del atacante, impidió el primer gol. Iker volvió a ser milagroso en el día decisivo.


Invictus. La historia de Sudáfrica está vinculada con el deporte a través del rugby y el hecho está relatado en la novela El Factor Humano, de John Carlin, llevada al cine con el título de Invictus. También hay algo novelesco en la historia del triunfo español en el Mundial sudafricano y, quizá, en su influencia sobre la política de un país que siempre ha encontrado más fácil atender a las diferencias que a los puntos comunes. El fútbol, como entonces hizo el rugby, nos ha mostrado otra vía, otra buena razón para compartir y festejar en sintonía. La culpa, bendita culpa, es de la Selección española de fútbol, la campeona del mundo.













jueves, 8 de julio de 2010

0 - 1: Somos la leche. La Roja hace historia logrando el pase a la final.



Lo hemos logrado!, ¡lo hemos logrado! Y así seguiría la crónica entera, escribiéndolo mil veces como si fuera un castigo que conviene recordar aunque se trate de una bendición que ya no se olvidará jamás. Porque somos finalistas de una Copa del Mundo, y lo somos todos, los héroes de allí y los testigos de aquí, a título personal, colectivo y en representación de los que no lo vieron y lo desearon tanto como nosotros. Sí, somos finalistas y el próximo domingo estaremos iluminados por el mundo, observados por tantos millones de personas que se me escapan los ceros y los pares de ojos. Qué decir. Pónganse guapos.


Pero hay más. A estas horas no sólo celebramos la fabulosa conquista de una final de la Copa del Mundo. También festejamos el modo. Lo que todavía nos agita los corazones y nos mantiene en este concurso nacional de abrazos es que España se clasificó para la final con un fútbol primoroso, quintaesencia del tiqui-taca, de la paciencia y el toque, de la inteligencia y el buen gusto. Ni siquiera en la mítica final de Viena fuimos tan pródigos en la excelencia, tan insistentes, tan sublimes. Fue tanta la categoría de nuestro juego que redime un Mundial que parecía condenado a la mediocridad. Ya no. Lo salvó España. A mandar.


Frente a la mejor Alemania de los últimos tiempos, frente al equipo que goleó sucesivamente a Inglaterra y Argentina, la Selección española desplegó un fútbol arrebatador e hipnótico, y no volveré a la Eurocopa porque esto fue mucho mejor, más elevado, más exigido por el torneo y por el rival. Porque Alemania hizo lo posible por recordarnos que su fama no es mentira. Cada vez que asomaba la cabeza para tomar aire, en cada una de sus salidas al contragolpe, había un cuchillo que nos rozaba la aorta. Rápidos, verticales, profundamente malintencionados.


Suerte que dieron pocas bocanadas. El dominio de España resultaba tan abrumador que la orgullosa Alemania se pasó corriendo detrás de la pelota más tiempo que en todo el Mundial, que en toda su vida. Su peor pesadilla se hizo realidad y desde el primer minuto España se agarró a la manivela del fútbol. Tocar y tocar. Hasta que salga premio. Ir, volver, observar, regresar. Revolución de seda, proselitismo, invasión pacífica. Tocar hasta que toque.


A los cinco minutos Villa pudo marcar el primero a pase de Pedro, la gran novedad del partido. Así es. Del Bosque, ese hombre al que tendemos a confundir con un paseante, nos volvió a atrapar con una decisión absolutamente genial. Y no lo parecía. Asumido que Torres no estaba en forma, Llorente, Silva o Cesc se antojaban como los relevos razonables. Pues no. Jugó Pedro. Y cómo jugó.


A ese pase de gol que abortó Neuer, el antes conocido como Pedrito siguió con un recital de buenas decisiones, desmarques elásticos y electricidad dinámica. Estaba tan inspirado que igual hubiera pintado un Guernica que compuesto una sinfonía. Estoy por asegurar que su presencia fue la primera batalla ganada. Alemania lo había previsto todo menos el factor Pedro, esa abeja zumbando en su oído.


Y seguimos tocando. Con Xavi en su posición, con Villa peleando entre gigantes y con los pivotes y los defensas multiplicados en su tarea: salir, chocar, robar, sujetar. Sólo nos faltaba la conquista del último metro. Sólo nos quedaba añadir un poco de pólvora y encenderla; o dicho de otro modo: culminar la seducción con el tálamo. Puntuar, hacer muesca.


Alemania, sostenida por el gran Schweinsteiger, rugía a cada rato y a los zarpazos que le se escaparon respondió Casillas con las alas abiertas y el aro sobre la cabeza.


Después de una primera mitad en esos términos, en la segunda no hubo rastro de la inquietud que sobreviene a los equipos que dominan y perdonan. No tenemos esas debilidades. Al contrario, nos movemos con la convicción de quien hace lo correcto. También nos impulsa esa autoridad moral. Somos, y nos sentimos así, los abanderados del fútbol.


Avanzamos dos pasos. Y luego tres. Xabi Alonso comenzó a cargar el cañón y los pequeños a filtrarse y conectarse. Iniesta encontró la llave de la cocina y abrió varias veces la nevera. Pedro le siguió. Luego los otros. Y cuando lo lógico hubiera sido un gol por decantación del toque llegó un gol de córner, pim-pam. Lo sacó Xavi y Puyol lo cabeceó con los rizos convertidos en las turbinas de un reactor. Tardó un rato en bajar del cielo.


Entró Torres y pudimos marcar alguno más durante el asedio de Alemania, pero tampoco era cuestión de ofender. La hazaña estaba lograda. España había conseguido el pase a la final del modo más brillante posible. La gloria nos espera. Y habrá para todos.









martes, 6 de julio de 2010

Wimbledon 2010: Nadal se corona Rey de la hierba y sigue haciendo historia.

Rafael Nadal vuelve a saborear la gloria de proclamarse campeón en Wimbledon tras imponerse de manera clara, rotunda y contundente a Tomas Berdych por un 6-3, 7-5 y 6-4. El número uno del mundo ejerce como tal, y suma su octavo Grand Slam. El año pasado no pudo disputar el torneo por lesión, pero vuelve a demostrar que con trabajo y esfuerzo todas las situaciones pueden superarse.


Nadal ya suma ocho torneos Grand Slam, y a sus 24 años apunta de manera firme al récord de Roger Federer, que suma en su carrera un total de dieciséis. A los que ya ha alcanzado es a Jimmy Connors, Andre Agassi e Ivan Lendl. Con una clara evolución en su juego y mentalidad, es un placer verle deslizarse por las pistas y llegar a donde nadie llega.


Un Grand Slam siempre provoca cambios en el Ranking ATP, pero en este caso provoca pequeños terremotos además de la confirmación de que Rafael Nadal será, como mínimo, número uno del mundo hasta fin de año. Del resto de movimientos, ya destacamos la caída de Roger Federer al tercer puesto arrebatado por Novak Djokovic. Además, Andy Roddick, que fue gran protagonista de la edición del año pasado, cae sin remedio ya hasta el noveno puesto mundial, ya que con su rácanca selección de torneos que hace sobre todo en la gira europea, cualquier fallo en los torneos de hierba lo nota mucha.

1 – Rafael Nadal (ESP) 10.745 puntos
2 – Novak Djokovic (SRB) 6.905
3 – Roger Federer (SUI) 6.885
4 – Andy Murray (GBR) 5.155
5 – Robin Soderling (SUE) 4.935
6 – Nikolay Davydenko (RUS) 4.740
7 – Juan Martín del Potro (ARG) 4.350
8 – Tomas Berdych (CHE) 3.845
9 – Andy Roddick (USA) 4.510
10 – Fernando Verdasco (ESP) 3.475


“Siempre fue mi sueño jugar en esta pista, el año pasado no pude estar aquí, fue complicado. Esto es más que un sueño. Tengo que felicitar a Tomas Berdych por la gran temporada que está haciendo, le deseo lo mejor para los torneos que están por venir.


El año pasado renunciar fue duro, gracias al apoyo de mi equipo de trabajo y de mi familia he podido superarlo, muchas graias también al público que ha estado sobresaliente todo el torneo, tengo que agradecerlo porque no se ve en todas la pistas del mundo.


¿La selección española? es cierto que cuando gané aquí en 2008 ellos ganaron la eurocopa, esperemos que ahora ganen la copa del mundo, aunque va a ser muy complicado”


Rafael Nadal



domingo, 4 de julio de 2010

0 - 1: Villa y Casillas llevan a España al paraíso.



La mejor selección española de siempre nos está haciendo disfrutar de un momento histórico, porque nunca antes España jugó una semifinal de un Mundial. Ese territorio inalcanzable y desconocido que ahora nos recibe con los brazos abiertos, nos acoge con la sonrisa de quien llevaba tiempo esperándonos. Nunca antes estuvo la Selección tan cerca del paraíso, de esa gloria que siempre se nos había negado. Porque el paraíso son unas semifinales para quien nunca estuvo allí, pero no se conforma con quedarse ahí parado.


España ha hecho historia con este triunfo tan sufrido como merecido contra Paraguay, que opuso más resistencia que nadie, pero acabó rendida a los pies de Villa y a las manos de Casillas. El primero se volvió a citar con el gol y el segundo recordó al mejor Casillas de siempre, ese que nos había dejado un momento para que aprendiéramos a valorar lo grande que es. Porque Casillas es el mejor portero del mundo, el capitán de una selección que ya está en entre las cuatro mejores del Mundial. Detuvo un penalti cuando todo estaba 0-0 y cuando España ya estaba en ventaja nos regaló otras dos intervenciones decisivas. Dicen que todo gran equipo se construye a partir de un gran portero y un delantero goleador. España tiene a los mejores de este torneo.


El caminar de España por el Mundial se ha convertido en un ejercicio de paciencia, en una prueba de resistencia, de confianza en un estilo y en una idea, en definitiva, en una prueba de confianza de los jugadores en sí mismos. Los rivales levantan un muro y España se ve obligada a derribarlo con posesión, toque y paciencia, mucha paciencia. El proceso es largo y no es sencillo mantener la calma sin desviarse de la senda trazada hace dos años. España mantuvo la calma y cuando no tuvo ideas siempre conservó el estilo. Sólo los equipos más sólidos, los mejor construidos son capaces de hacerlo. Y en este Mundial no queda selección mejor construida que España.


Paraguay, una selección muy bien trabajada tácticamente, le exigió a España como no le había exigido nadie, ni siquiera Portugal. Juntó muy bien las líneas, cerró los espacios y cedió la posesión del balón sin ningún disimulo. Están acostumbrados a que la pelota esté más tiempo en los pies del rival. España tiene alma de poeta, todo lo contrario que el combinado paraguayo, un bloque con espíritu de abnegado oficinista, sin ninguna pasión por la lírica y al que le cuesta rimar unos versos. Pero en lo suyo, nadie mejor que Paraguay. La misma confianza que tiene España en su estilo, la tiene Paraguay en el suyo. Siempre que España acudió a la ventanilla del gol, Paraguay le recordó que le faltaba un sello, una firma, la póliza estaba incompleta. Vuelva usted mañana.


Y España volvió, pero sin la lucidez y la frescura necesarias para distraer a los paraguayos. Jugó la Selección con las persianas a medio subir, sin permitir que entrara la luz que ilumina su juego. Faltó fluidez y velocidad en la circulación del balón y en todo el primer tiempo la Selección fue incapaz de encontrar una rendija en ese perfecto entramado de los paraguayos, que en defensa se mueven como si fueran sólo uno. Un movimiento armónico nacido del laboratorio de Martino. Un laboratorio que hizo desaparecer las porterías durante gran parte de la noche. Y los únicos que la encontraron en la primera parte fueron los paraguayos, en un gol anulado a Valdez por dudoso fuera de juego de Cardozo.


Se esforzó Del Bosque por hallar la variante adecuada, pero cada cambio sólo sirvió para volver al punto de inicio. Durante todo el primer tiempo, la Selección anduvo en círculo, sin llegar a ningún lado. Sorprendió de inicio Del Bosque con el dibujo del equipo. Rescató a Villa del extremo izquierdo, donde tanto había brillado, y le se situó como delantero centro, con Torres 'tirado' en la derecha e Iniesta en la izquierda. El duelo en el centro del campo se redujo a un tres contra tres, con la ayuda de Iniesta en la Selección y de Riveros por el lado paraguayo.


Y es que Martino también cambió la cara al equipo, pero no el espíritu. Apareció Barreto en el centro del campo junto a Cáceres y Santana, mientras que Riveros ejerció de enganche, por detrás de Cardozo y Valdez. Paraguay empujó las líneas hacia arriba y llevó la presión hasta el borde del área española. Le costó a España superar esa primera línea y se vio obligada a mezclar el juego de toque con los balones largos. El problema es que esa responsabilidad se la entregaron la mayoría de las veces a Piqué y Puyol. Cuando lo hizo Xabi Alonso, España lo agradeció y Paraguay lo sufrió.


La perfecta ejecución táctica de los paraguayos provocó que Del Bosque mirara hacia atrás y deshiciera el dibujo. Villa volvió a su hábitat favorito en este Mundial, la banda izquierda, Torres se convirtió en la referencia por el centro e Iniesta se situó en la derecha. Repitió varias veces la maniobra sin éxito alguno.


El paso por los vestuarios ni distrajo a los paraguayos ni despertó a los españoles. Diez minutos le bastaron a Del Bosque para ver que por ese camino no iba a ningún sitio. Se decidió a buscar más toque con Cesc y retiró al desafortunadísimo Torres, del que está vez lo mejor que se puede decir es que se puso la bota correcta en cada pie.


La entrada de Cesc coincidió con la revolución, con tres minutos de locura. Primero Piqué decidió bailar agarrado con Cardozo dentro del área. El paraguayo se fue a los once metros y el lanzamiento lo detuvo Casillas. Surgió el ángel con las manos más grandes. Los equipos continuaron jugando a la ruleta rusa, pero la pistola cambió de manos. Alcaraz se despistó un instante, Villa le ganó la espalda y acabó por derribarle dentro del área. Otro penalti, pero éste con más historia. Lo convirtió Xabi Alonso. Demasiado fácil y el árbitro guatemalteco Carlos Batres ordenó repetirlo porque Cesc había entrado unos centímetros en el área. Xabi volvió a coger el balón, pero esta vez Justo Villar le adivinó el lanzamiento. Al rechace nadie llegó antes que Cesc y fue derribado por el propio Villar. Batres miró hacia otro lado.


No perdió la orientación España con tanto revuelo. Conservó el balón, lo movió por el centro, por la derecha y por la izquierda, pero sin avanzar más de lo que lo había hecho hasta entonces. Intentó dinamizar el juego Del Bosque, quien retiró a Xabi Alonso y buscó el oportunismo de Pedro.


Mientras, Paraguay se entregó al contragolpe sin ningún pudor. Se refugió en las cercanías de su área y lo fió todo a una acción aislada que sólo podía nacer de la fortuna. Y no nació, porque esta vez el fútbol premió a quien más buscó el triunfo. Fue a siete minutos del final, cuando, después de un sutil pase de Xavi, Iniesta se dirigió hacia la portería rival con la decisión que nunca antes lo había hecho en Sudáfrica. El pequeño genio vio a Pedroen la derecha, el tiro de éste acabó en el poste y el rechace acabó en los pies de Villa, que convirtió su quinto gol del Mundial con el suspense que requería el escenario. El balón decidió estrellarse en el poste antes de abrazarse a la red.


Pero no podía acabar ahí el sufrimiento, que se alargó tanto como las manos de Casillas, que completó el trabajo de Villa con dos nuevas intervenciones al alcance sólo de los elegidos. Desvió los disparos consecutivos de Barrios y Santa Cruz y terminó de iluminar el camino de España hacia el paraíso.









jueves, 1 de julio de 2010

Wimbledon 2010: Rafael Nadal resucita y pulveriza a Robin Soderling.



Rafael Nadal despertó en mitad de una pesadilla con un escenario muy hostil, un set abajo contra un jugador con un saque verdaderamente sobresaliente como Robin Soderling. Pero en esos escenarios es cuando más se crece el número uno del mundo que a base de paciencia y un tenis ejemplar y para el recuerdo consiguió una victoria en un día redondo para él.


Ya está en semifinales y se asegura ser número uno del mundo para una larga temporada tras la eliminación de Roger Federer. El resultado, 3-6, 6-3, 7-6 y 6-1. El rival en semifinales será Andy Murray.


“Para mi estar en semifinales de Wimbledon es un sueño. Este es un momento de la temporada y del torneo para mi. Intentaré seguir haciéndolo lo mejor posible. Estoy jugando cada día mejor.


¿Roger Federer? Él ha estado increíble en los últimos años pero hoy Berdych ha jugado con muy buenos golpes. Son cosas que pueden suceder. Lo único que puedo hacer es desearle lo mejor para el resto de la temporada”


Rafael Nadal