El guión del encuentro en La Romareda siguió todas las directrices que se esperaban del duelo entre Zaragoza y Real Madrid. Los locales llegaban a la cita con la permanencia en mente, mientras los madridistas hace tiempo que no piensan en otra cosa que no sea alcanzar la meta de los 98 puntos. Así que el combate exigía batalla. Los blancos, dueños del esférico, la hicieron con el balón; el Zaragoza lo hizo con más dureza sobre el terreno de juego y aguardando a su rival agazapado en su propio campo, a la espera del contragolpe.
Los de Pellegrini avisaron desde el principio de las únicas intenciones con las que afrontaban el choque. Apenas había corrido el balón sobre el césped de La Romareda cuando un balón de oro de Higuaín dejó a Cristiano Ronaldo solo ante Roberto, providencial todo el partido (2’). No tardó en insistir el portugués con un derechazo lejano que volvió a atajar el cancerbero zaragocista. Superado el primer cuarto de hora, las lesiones hacían estragos en ambos equipos. En el Madrid Raúl sustituía al lesionado Van der Vaart, y en el Zaragoza, Colunga hacía lo propio con Suazo, al que se le salió el hombro en dos ocasiones.
A medida que pasaban los minutos el encuentro crecía en intensidad, aunque los blancos seguían siendo dueños del balón y de la presión, llegando siempre con peligro al área defendida por Roberto. Lo hizo Raúl con un trallazo con su pierna menos buena, la derecha, que se estrelló en el palo tras una mano magistral del cancerbero zaragocista. Era sólo un aviso del capitán en un campo que el 29 de octubre de 1994 vio nacer al jugador español más laureado de la última década.
Si el madridismo hubiera tenido que elegir antes del partido quién debía inaugurar el marcador del Real Madrid en La Romareda, habría ganado sin duda Raúl. Si le hubieran preguntado al zaragocismo quién prefería que fuera su verdugo, seguramente habría salido el mismo nombre. Por eso cuando el ‘7’, lesionado, marcó el 0-1 a puerta vacía, en la grada se impuso el respeto. El mismo con el que la plaza que le vio debutar le despidió, de pie y entre aplausos, cuando tuvo que ser sustituido por Benzema (50’).
Pero en el campo, la ventaja madridista incrementó la dureza del Zaragoza, que arriesgaba al límite del reglamento. Tanto que ni un minuto tardaron los de José Aurelio Gay en quedarse con uno menos; Contini vio roja directa por agresión a Higuaín (51’). Sin embargo, fue precisamente con diez cuando los blanquiazules consiguieron el empate. Lo firmó Colunga tras ganarle la espalda a la defensa blanca, driblar a Casillas y marcar a puerta vacía (60’).
Cambió el resultado pero no el guión. El Real Madrid siguió en sus trece, buscando el gol y la victoria. Testarazo de Ramos al palo tras una falta botada por Guti; zurdazo del ‘14’ que atrapa Roberto; disparo centrado de Cristiano que bloca de nuevo el portero… Pero había que esperar… En una noche de reencuentros, el segundo gol madridista le pertenecía a Kaká, que volvía a vestirse de corto tras 45 días alejado de los terrenos de juego. Pase de Cristiano Ronaldo y el brasileño, con la derecha, cruza para anotar el 1-2 al mismo tiempo que devolvía a su equipo a la pelea por una Liga que seguirá manteniendo la pasión una semana más.
Los de Pellegrini avisaron desde el principio de las únicas intenciones con las que afrontaban el choque. Apenas había corrido el balón sobre el césped de La Romareda cuando un balón de oro de Higuaín dejó a Cristiano Ronaldo solo ante Roberto, providencial todo el partido (2’). No tardó en insistir el portugués con un derechazo lejano que volvió a atajar el cancerbero zaragocista. Superado el primer cuarto de hora, las lesiones hacían estragos en ambos equipos. En el Madrid Raúl sustituía al lesionado Van der Vaart, y en el Zaragoza, Colunga hacía lo propio con Suazo, al que se le salió el hombro en dos ocasiones.
A medida que pasaban los minutos el encuentro crecía en intensidad, aunque los blancos seguían siendo dueños del balón y de la presión, llegando siempre con peligro al área defendida por Roberto. Lo hizo Raúl con un trallazo con su pierna menos buena, la derecha, que se estrelló en el palo tras una mano magistral del cancerbero zaragocista. Era sólo un aviso del capitán en un campo que el 29 de octubre de 1994 vio nacer al jugador español más laureado de la última década.
Si el madridismo hubiera tenido que elegir antes del partido quién debía inaugurar el marcador del Real Madrid en La Romareda, habría ganado sin duda Raúl. Si le hubieran preguntado al zaragocismo quién prefería que fuera su verdugo, seguramente habría salido el mismo nombre. Por eso cuando el ‘7’, lesionado, marcó el 0-1 a puerta vacía, en la grada se impuso el respeto. El mismo con el que la plaza que le vio debutar le despidió, de pie y entre aplausos, cuando tuvo que ser sustituido por Benzema (50’).
Pero en el campo, la ventaja madridista incrementó la dureza del Zaragoza, que arriesgaba al límite del reglamento. Tanto que ni un minuto tardaron los de José Aurelio Gay en quedarse con uno menos; Contini vio roja directa por agresión a Higuaín (51’). Sin embargo, fue precisamente con diez cuando los blanquiazules consiguieron el empate. Lo firmó Colunga tras ganarle la espalda a la defensa blanca, driblar a Casillas y marcar a puerta vacía (60’).
Cambió el resultado pero no el guión. El Real Madrid siguió en sus trece, buscando el gol y la victoria. Testarazo de Ramos al palo tras una falta botada por Guti; zurdazo del ‘14’ que atrapa Roberto; disparo centrado de Cristiano que bloca de nuevo el portero… Pero había que esperar… En una noche de reencuentros, el segundo gol madridista le pertenecía a Kaká, que volvía a vestirse de corto tras 45 días alejado de los terrenos de juego. Pase de Cristiano Ronaldo y el brasileño, con la derecha, cruza para anotar el 1-2 al mismo tiempo que devolvía a su equipo a la pelea por una Liga que seguirá manteniendo la pasión una semana más.
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