
Es cierto que apenas encontró resistencia en los animosos neozelandeses, pero España tuvo el mérito de mantener la concentración y la seriedad durante todo el choque, sin distraerse con tanta celebración de goles, que cayeron como una catarata sobre los oceánicos. Estos se taparon la cara, se protegieron como pudieron y se pusieron a cubierto para que el ciclón rojo causara el menor daño posible. El destrozo final fue enorme. Nueva Zelanda tiene la suerte de disputar estos torneos por su situación geográfica, no por sus cualidades futbolísticas, y cuando en su camino se cruzan rivales como España bastante tiene con mantenerse en pie.
Aunque nunca perdió el orden, sí se relajó algo la Selección en la última media hora, cuando bajó el ritmo y convirtió el tramo final del choque en un rondo. Pecado venial, comprensible y perdonable.

A los cinco minutos, Torres recibió de Cesc en el borde del área, se giró, miró dónde estaba el portero y puso el balón de rosca lejos de sus manos. Mientras, su marcador, el central Boyens, vigilaba sus movimientos de lejos, con la mirada.
Respondió Nueva Zelanda con un tiro de Smeltz desde fuera del área, que ni asustó a Casillas, que vivió uno de los partidos más tranquilos desde que debutó con la Selección. Lo mismo podría decirse del cuarteto defensivo. Puyol y Albiol cortaron sin problemas cualquier intento de ataque rival y Sergio Ramos y Capdevila corrieron las bandas sin tener que preocuparse de mirar atrás.
Inaugurado el marcador, Riera y Torres compartieron protagonismo en los dos siguientes goles. A los 13 minutos Riera avanzó por la izquierda, combinó con Villa y su centro lo remató Torres, que sumó el tercero tres minutos después. Nueva jugada de Riera, que esta vez conectó con Capdevila, que puso un centro perfecto que cabeceó a gol Torres.
La fiesta de la primera parte se cerró con una maravillosa triangulación entre Riera, Capdevila y Cesc que culminó éste con el cuarto gol de la Selección. Se habían consumido apenas 24 minutos y el encuentro ya se había terminado.
El resto del choque sirvió para constatar la facilidad con la que generan fútbol hombres como Xabi Alonso, Xavi y Cesc, un lujo para cualquier selección. Entre los tres demostraron que cuando se sabe jugar no se necesitan corredores de fondo que persigan a los rivales para arrebatarles el balón. La mejor defensa es tener la pelota en tus pies y esa forma de defender sólo el Barcelona es capaz de interpretarla con la perfección que lo hace la Selección. Y no es casualidad que en el Barça y en España juegue Xavi.

Aprovechó Del Bosque para dar minutos a Arbeloa, Cazorla y Silva y descanso a Sergio Ramos, Xavi y Torres. Había que economizar los esfuerzos. Ahora, que pase el siguiente, que es Iraq.
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