Al fin, París, Robin Söderling, y algunos miles más en todo el mundo se dieron una fiesta: la derrota del tetracampeón de Roland Garros, Rafael Nadal Parera, número uno del mundo, pese a quien pese. Técnicamente, Söderling jugó un partido sensacional, de apisonadora. Y, frente a los brutales palos planos del arisco gigante sueco, Nadal esparció un reguero de dudas en la sombra de la derrota. ¿Qué fusible ha hecho crack en el sistema de Rafa desde que empezó la primavera? ¿Es aceptable que el número uno pueda seguir intentando jugar y ganar todas las finales de todos los torneos en tierra batida?
Hay más preguntas y sombras. Quienes tengan alma para recordarlo, que acudan a ese palacio de la memoria donde reposan ciertas palabras antológicas de Muhammad Ali tras haberse casi matado con su odiado Joe Frazier en Manila, en 1975: "Yo siempre consigo que salga a relucir lo mejor de todos aquellos hombres que pelean contra mí. Pero Joe Frazier siempre saca lo mejor que hay en mí. Le digo al mundo que es un demonio de hombre: que Dios le bendiga".
Es evidente que palabras como éstas del Mejor Deportista del Siglo XX quedan bastante lejos de las ideas del buen pueblo de París, de Robin Söderling y de otros miles que andan por ahí tirando cohetes. Esto es aquella Terrible Gloria de ser número uno. Algún día tienes que ser Ahab ante Moby Dick. Pero puedes ser como el General MacArthur, que le dijo 'volveré' a los japoneses, y no paró hasta fondear el Missouri en la Bahía de Tokio. Y es preferible ser Ahab, el General Custer o, por supuesto, George MacArthur, a formar parte del pelotón de resentidos.
La artillería pesada del vengativo Söderling redujo a cascotes el sistema de Nadal, que estaba invicto en París con un balance de 31-0. Rafa localizó los grandes puntos, pero, incómodo, no los negoció bien, ni siquiera en el segundo set, que ganó como pudo. Söderling le arrinconó en el tercero y le dominó en el cuarto. Turno para el gran Federer, ¿no? Enhorabuena a todos. En especial a Muhammad Ali por sus palabras como gemas. Y a Rafa Nadal, por hacernos tan felices: tantas veces.
Como campeón 2008, Nadal defendía 2.000 puntos. Tras la derrota en octavos, sólo sumará 180 brutos, lo que le acarrea una pérdida neta de 1.820. Si Federer gana Roland Garros, Nadal no hace un buen papel en Queens (es campeón) y el suizo gana en Wimbledon, el número uno puede cambiar de dueño.
Simplemente decir que estamos acostumbrados a que Rafa lo gane todo, sin valorarlo. Ganar no es fácil y por eso tenemos que estar orgullosos de lo que ha hecho y de lo que seguirá haciendo. Ánimo campeón!!
Hay más preguntas y sombras. Quienes tengan alma para recordarlo, que acudan a ese palacio de la memoria donde reposan ciertas palabras antológicas de Muhammad Ali tras haberse casi matado con su odiado Joe Frazier en Manila, en 1975: "Yo siempre consigo que salga a relucir lo mejor de todos aquellos hombres que pelean contra mí. Pero Joe Frazier siempre saca lo mejor que hay en mí. Le digo al mundo que es un demonio de hombre: que Dios le bendiga".
Es evidente que palabras como éstas del Mejor Deportista del Siglo XX quedan bastante lejos de las ideas del buen pueblo de París, de Robin Söderling y de otros miles que andan por ahí tirando cohetes. Esto es aquella Terrible Gloria de ser número uno. Algún día tienes que ser Ahab ante Moby Dick. Pero puedes ser como el General MacArthur, que le dijo 'volveré' a los japoneses, y no paró hasta fondear el Missouri en la Bahía de Tokio. Y es preferible ser Ahab, el General Custer o, por supuesto, George MacArthur, a formar parte del pelotón de resentidos.
La artillería pesada del vengativo Söderling redujo a cascotes el sistema de Nadal, que estaba invicto en París con un balance de 31-0. Rafa localizó los grandes puntos, pero, incómodo, no los negoció bien, ni siquiera en el segundo set, que ganó como pudo. Söderling le arrinconó en el tercero y le dominó en el cuarto. Turno para el gran Federer, ¿no? Enhorabuena a todos. En especial a Muhammad Ali por sus palabras como gemas. Y a Rafa Nadal, por hacernos tan felices: tantas veces.
Como campeón 2008, Nadal defendía 2.000 puntos. Tras la derrota en octavos, sólo sumará 180 brutos, lo que le acarrea una pérdida neta de 1.820. Si Federer gana Roland Garros, Nadal no hace un buen papel en Queens (es campeón) y el suizo gana en Wimbledon, el número uno puede cambiar de dueño.
Simplemente decir que estamos acostumbrados a que Rafa lo gane todo, sin valorarlo. Ganar no es fácil y por eso tenemos que estar orgullosos de lo que ha hecho y de lo que seguirá haciendo. Ánimo campeón!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario