El cielo es hoy todavía más blanquiazul", rezaba una de las incontables pancartas que se colgaron en la puerta 21 de Cornellà-El Prat, la que coincidía con el dorsal que lucía en el Espanyol Dani Jarque, tristemente fallecido el sábado. Más de 10.000 personas fueron desfilando en un constante goteo durante todo el día -y desde la madrugada anterior- por este lugar de culto espontáneo, una puerta que se convirtió en el último torno hacia ese cielo blanquiazul en el que descansará el gran capitán. El punto culminante de tan amargo peregrinaje llegó a las 21:00, una hora que de nuevo equivalía al número que llevaba en la espalda, en la que coincidieron alrededor de 2.000 seguidores.
No hubo consuelo para tanto dolor, de modo que se derramaron muchas lágrimas. Y hubo también muchísima impotencia contenida. "¿Por qué?" fue la pregunta sin respuesta que más se escuchó en los aledaños del estadio que sólo siete días antes se había convertido en el centro de una de las fiestas más grande del españolismo. La tragedia tampoco entendió de colores, lógicamente, y así confluyeron aficionados enfundados en camisetas de Barcelona, Real Madrid, Sevilla, Atlético de Madrid e incluso un chaval con la del Ciudad Cooperativa, club de Sant Boi en el que Jarque dio sus primeros pasos como futbolista.
Durante la luctuosa jornada no dejaron de personarse directivos y empleados del club, también desconsolados. Como el equipo, que llegó a las 14:00 en autocar y fue recibido con un sonoro aplauso. De hecho, cada 21 minutos se reprodujo la escena: una ovación cerrada, lo único que rompía el espeluznante silencio.
"ETERNO"
El Espanyol dispuso un panel para que apuntasen sus condolencias todos los seguidores que lo desearan. En otra pancarta de grandes dimensiones se leía "Honor a todo aquel que se deja la vida por amor a unos colores". Incluso en las inmediaciones, en Cornellà, se reprodujeron pintadas, como el "Eterno Jarque" que apareció en un colegio anexo al nuevo estadio.
Jarque ha fallecido. Pero la afición le demostró ayer que lo mantendrá vivo para siempre en sus almas. Lo acaecido en el estadio fue demoledor. Lamentablemente inolvidable.
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