Nadal salió airoso de otro trance. De otra prueba de fuego. Reforzado, de paso, para Roland Garros. El gran acontecimiento sobre arcilla, el hábitat natural del tenista balear, que acumula con este triunfo en la Caja Mágica 33 victorias seguidas sobre arcilla. Más de un año. Desde que cayó el 7 de mayo del pasado año frente a su compatriota Juan Carlos Ferrero en el Masters Series de Roma.
El tenista español puede convertirse en el primer jugador de la historia del torneo de Madrid en lograr dos títulos si se impone en la final del domingo al suizo Roger Federer. Ya conquistó el trofeo en el 2005. En otro capítulo memorable de su historial. Cuando remontó dos sets en contra ante el croata Ivan Ljubicic. Entonces en pista cubierta. En superficie dura.
El triunfo solidifica la condición del amo de la arcilla. Salió airoso de la prueba a la que le sometió el serbio Djokovic, el mejor del curso en esta superficie después del español. Antes del duelo que quedará impregnado entre las paredes de la flamante pista Manolo Santana de la Caja Mágica, el jugador de Belgrado, que cayó del tercer al cuarto puesto del mundo el pasado lunes, había sido el único capaz en arrebatarle un set. Fue en el Masters 1000 de Montecarlo.
"Agradezco a todo el público su apoyo. Sin el ánimo de la gente no hubiera podido ganar", señaló Nadal sobre la pista. Instantes después de estrechar su mano contra la del serbio sobre la red de la cancha. El español explicó que "la bola botaba mucho y era muy difícil restar. Con el 4-4 me he encontrado mejor", dijo feliz Rafael Nadal.
El último set y su desempate enterraron todo los sucedido antes. Las sospechas cernidas sobre el número uno del mundo después de un comienzo irregular. Los desaciertos. Los errores no forzados, demasiados para lo que el español acostumbra.
Los peores augurios asomaron ya al poco de la puesta en escena. De entrada, Nadal cedió su saque. Y Novak Djokovic adquirió una ventaja de 3-0. Confiado, sólido, alumbrado por la fiabilidad de su servicio el serbio se sintió seguro. La presencia del fisioterapeuta de la ATP, el checo Michal Novotny, encendió las alarmas. Nadal fue atendido del tendón rotuliano de la rodilla derecha. Salió vendado en la pierna. El público se temió lo peor.
La presencia del médico fue habitual después. Atendió más tarde a Nadal. Pero Djokovic también requirió sus servicios después de salir malparado en un muslo tras forzar demasiado en una acción. Nadal mantuvo el tipo con más fe que juego a lo largo de la segunda manga.
Y llevó el desenlace al desempate, que ganó por 7-5 para extender el duelo al tercer set. En la orilla del desempate, el español dispuso de su primera bola de rotura en el partido. Convertida en punto de set que no aprovechó. Tuvo que esperar al alargue para apuntarse la manga.
El cuerpo a cuerpo se descubrió en el último parcial. Con las fuerzas justas y con Novotny permanentemente requerido. El equilibrio llegó hasta el final a pesar de que cada uno hizo una rotura del saque del rival que no deshizo el equilibrio. El partido merecía ese final. Con opciones para ambos, entregados a la lucha.
Djokovic dispuso de tres puntos de partido. Uno con su saque. Pero no remató al español, que en el segundo cerró el partido. Rafael Nadal logró un triunfo épico. Alargó su racha de éxitos y se mantuvo fiel a la magia de la arena, donde el español es el mejor. Mañana se enfrentará a Federer en una final que se presenta muy emocionante. Que grande eres. ¡Felicidades Rafa!
El tenista español puede convertirse en el primer jugador de la historia del torneo de Madrid en lograr dos títulos si se impone en la final del domingo al suizo Roger Federer. Ya conquistó el trofeo en el 2005. En otro capítulo memorable de su historial. Cuando remontó dos sets en contra ante el croata Ivan Ljubicic. Entonces en pista cubierta. En superficie dura.
El triunfo solidifica la condición del amo de la arcilla. Salió airoso de la prueba a la que le sometió el serbio Djokovic, el mejor del curso en esta superficie después del español. Antes del duelo que quedará impregnado entre las paredes de la flamante pista Manolo Santana de la Caja Mágica, el jugador de Belgrado, que cayó del tercer al cuarto puesto del mundo el pasado lunes, había sido el único capaz en arrebatarle un set. Fue en el Masters 1000 de Montecarlo.
"Agradezco a todo el público su apoyo. Sin el ánimo de la gente no hubiera podido ganar", señaló Nadal sobre la pista. Instantes después de estrechar su mano contra la del serbio sobre la red de la cancha. El español explicó que "la bola botaba mucho y era muy difícil restar. Con el 4-4 me he encontrado mejor", dijo feliz Rafael Nadal.
El último set y su desempate enterraron todo los sucedido antes. Las sospechas cernidas sobre el número uno del mundo después de un comienzo irregular. Los desaciertos. Los errores no forzados, demasiados para lo que el español acostumbra.
Los peores augurios asomaron ya al poco de la puesta en escena. De entrada, Nadal cedió su saque. Y Novak Djokovic adquirió una ventaja de 3-0. Confiado, sólido, alumbrado por la fiabilidad de su servicio el serbio se sintió seguro. La presencia del fisioterapeuta de la ATP, el checo Michal Novotny, encendió las alarmas. Nadal fue atendido del tendón rotuliano de la rodilla derecha. Salió vendado en la pierna. El público se temió lo peor.
La presencia del médico fue habitual después. Atendió más tarde a Nadal. Pero Djokovic también requirió sus servicios después de salir malparado en un muslo tras forzar demasiado en una acción. Nadal mantuvo el tipo con más fe que juego a lo largo de la segunda manga.
Y llevó el desenlace al desempate, que ganó por 7-5 para extender el duelo al tercer set. En la orilla del desempate, el español dispuso de su primera bola de rotura en el partido. Convertida en punto de set que no aprovechó. Tuvo que esperar al alargue para apuntarse la manga.
El cuerpo a cuerpo se descubrió en el último parcial. Con las fuerzas justas y con Novotny permanentemente requerido. El equilibrio llegó hasta el final a pesar de que cada uno hizo una rotura del saque del rival que no deshizo el equilibrio. El partido merecía ese final. Con opciones para ambos, entregados a la lucha.
Djokovic dispuso de tres puntos de partido. Uno con su saque. Pero no remató al español, que en el segundo cerró el partido. Rafael Nadal logró un triunfo épico. Alargó su racha de éxitos y se mantuvo fiel a la magia de la arena, donde el español es el mejor. Mañana se enfrentará a Federer en una final que se presenta muy emocionante. Que grande eres. ¡Felicidades Rafa!
Aquí os dejo el video del último Tie Break. Disfrutadlo.
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