Chile dice que juega por el medio millar de víctimas que dejó el terremoto del pasado febrero. Y para mantener vivo el recuerdo ondea en la concentración una bandera rescatada del desastre. Contra eso jugamos. Al buen equipo y al obsesivo entrenador se suma un propósito común, una invocación casi mística. Así se explica que corran tanto, que arañen, que muerdan.
En comparación con esa conjura patriótica y con esa bandera echa jirones nuestro debate del tiqui-taca es bisutería, sociedad del bienestar. Me lo ahorraré, por tanto. Hoy no se examina un sistema, ni siquiera un equipo: hoy la prueba es a once futbolistas que son de los mejores del mundo. Y será bueno que cada uno encuentre su motivo y su revancha. Por el orgullo o por los niños que sueñan. Por Maradona. Son sólo sugerencias.
Al margen de las motivaciones, la mejor noticia es que será titular Iniesta, la pieza que armoniza cualquier esquema. Su regreso es la primera clave. Tal vez cuando hablábamos de un problema táctico hablábamos, simplemente, de su ausencia. Piénsenlo: cuesta imaginar quién puede ganarnos si Iniesta está inspirado.
Confirmado el ataque (repite Fernando Torres, pese a su baja forma), la duda recae en los laterales. Ante la amenaza del juego por los extremos de Chile, Arbeloa se presenta como alternativa a la rigidez de Capdevila o a la contusión intercostal de Sergio Ramos.
POSIBILIDADES
Para ser segunda: a) Ganar a Chile y que Suiza gane a Honduras. b) Empatar con Chile si Suiza no gana a Honduras. c) Perder con Chile por un gol de diferencia: si Honduras gana a Suiza por uno o dos goles de diferencia. d) Perdiendo con Chile por dos goles de diferencia: si Honduras gana a Suiza por un gol de diferencia.
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