martes, 29 de junio de 2010

Previa: El Derbi Ibérico.



No tengo claro si hoy procede un grito patriótico, una apelación al orgullo o una invocación a la proeza. Diría, más bien, que hoy toca jugar. Sencillamente. Superados los nervios de la primera fase, donde se arrancó a trompicones, la Selección española se cruza en octavos con un equipo estimable, pero en ningún caso mejor, de modo que los heroicos llamamientos a la victoria deberían venir de Portugal y suyas deberían ser las conjuras y las estampitas.


Si comparamos a la selección portuguesa con nuestros rivales anteriores, lo más significativo es que de Portugal lo sabemos todo. Los otros adversarios, antes de enfrentarlos, eran teoría; el de hoy es práctica. Conocemos la fiereza de Pepe, la verticalidad de Simao, la zurda de Duda, el empuje de Tiago y la influencia de Cristiano. Y de los demás tenemos noticia mirando por encima de la valla o por las recurrentes eliminatorias contra el Oporto o el Benfica. También sabemos de Queiroz, de su verbo florido, de su rigor defensivo (muy poco primaveral) y de su resentimiento con el Madrid.


De manera que el primer objetivo debería ser que mantuviéramos el partido alejado de lo imprevisible. A saber: un árbitro veleidoso, una trampa táctica (tipo Bielsa) o un Cristiano desatado. Si logramos tal cosa, si sólo queda una batalla de once contra once, la cuestión será rascar en su defensa hasta que nos salga un premio. Aunque no será fácil: Portugal, que se clasificó para el Mundial en la repesca (ante Bosnia) acumula 16 meses sin perder y nueve partidos oficiales sin encajar goles.


Para afrontar ese desafío, Del Bosque (hombre fiel) apostará por el mismo equipo que jugó contra Chile, incluido Xabi Alonso y su tobillo maltrecho. El donostiarra (que no de Bilbao) completó el ensayo de ayer y confirmó su presencia. Javi Martínez, cómo quedó claro, será su primer recambio.


No habrá novedades en los laterales, aunque en el caso de Capdevila (muy experto, escasamente veloz) se intuye una debilidad defensiva que no ha pasado inadvertida para Queiroz. De hecho, se espera que Portugal, que contra Brasil sólo jugó con Cristiano en punta, alinee hoy a Simao junto al madridista para percutir ambos desde los extremos; Liedson sería quien aguardase los centros al área.


De confirmarse esa atrevida disposición táctica (4-3-3), España no sólo tendría más calidad en el mediocampo, sino también más mediocampistas y más espacio para desenvolverse. Esa ventaja podría resultar decisiva y nos haría más llevadera la presión del rival.


Que el partido tiene miga, nadie lo duda. Sin embargo, no estamos ante la Francia del 2006 (poderosa), la Corea del 2002 (anfitriona) o la Italia del 94 (sencillamente italiana). Y tampoco nos encontramos en cuartos, que es la frontera que inspira nuestros miedos. Es por eso que el encuentro frente a Portugal se libera de componentes dramáticos y nos sitúa, paradójicamente, ante el primer compromiso sin fantasmas. Esa es la esperanza para los que todavía confiamos en que entre la orquesta.


El duelo se jugará en el hermoso estadio Green Point, situado en el coqueto barrio del mismo nombre (residencia de gran parte de la comunidad gay y lesbiana) y a 200 metros del Atlántico (el último reto del Jabulani es acabar en el mar). Escenario perfecto para un partido que debería estar, por fin, a la altura de nuestros sueños.





No hay comentarios:

Publicar un comentario