
La primera consecuencia de esta condena táctica fue deportiva y la segunda anímica. Ramos dejó de rendir como cuando era central o lateral con ayudas (la de Beckham le fue muy útil) y al compás de las críticas perdió confianza. Cuando no subía con miedo, obligado a sostener una banda entera, debía contener al extremo y al lateral contrarios, como le sucedió en el Pizjuán con Perotti y Adriano.
El panorama no tiene visos de cambiar. Mientras el sistema se ha amoldado a los impulsos ofensivos de Marcelo adelantando su posición y colocando por detrás a Arbeloa, Sergio Ramos sigue solo. No se baraja su reubicación como interior y, aunque al interesado le dé vértigo, sería interesante hacerlo. Porque sin ser extremo tiene potencia, llegada y gol. Algo así como el despliegue de Schweinsteiger y el recorrido de Gerrard. Conclusión: un futbolista tan imponente y expansivo como Ramos no puede ser recluido en el lateral y ya jugará de central cuando tenga 35 años. Dicen que la plantilla es corta en determinados puestos. Pero yo creo que lo que anda corta es la imaginación.
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