
Hoy Sergio Ramos lleva cerca de 200 partidos con el Real Madrid y más de 50 con España. Es, en efecto, un pilar de la defensa blanca y también de la mejor selección de todos los tiempos. Ha desarrollado todas las virtudes que hicieron que, cuando apenas tenía 18 años, algunos se atrevieran a aventurar que podía ser el nuevo Maldini. Pero, además, ha demostrado que puede dejar una huella tan profunda en el Real Madrid como la que dejaron en su día hombres como Manolo Sanchís o Fernando Hierro.
Sergio Ramos ha cometido algún error de juventud y es posible que su ímpetu le juegue todavía alguna mala pasada. Es el inevitable precio de la precocidad. Y también de ese carácter ganador y comprometido que le hace querer estar siempre en la primera línea de fuego. No esconderse nunca. Pero es precisamente ese temperamento el que le ha hecho integrarse en el club blanco como si le hubieran parido en la mismísima Ciudad Deportiva. El que le ha convertido, con sólo 23 años, en un líder en el campo y también en el vestuario. En una de las principales referencias del mejor club del mundo. En definitiva, en el futuro capitán del Real Madrid.
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